Introducción
Para poder manejar el sonido digital con facilidad se desarrollaron unas formas para guardar estos archivos de manera que fuesen lo más pequeños posible, sin perder demasiada calidad. Estas formas reciben el nombre de formatos, cada formato tiene asociada una extensión que nos sirve para nombrarlo e identificarlo.
Existen muchos formatos de sonido, cada uno desarrollado por un fabricante, y, desde luego, no todos los programas son capaces de "leer" todos los formatos, de aquí la utilidad de los editores de sonido que, además de grabar y reproducir sonido, pueden servir para cambiar un tipo de formato en otro.
Dentro de los formatos podemos establecer una clasificación general en:
- Formatos sin compresión: son los que almacenan el sonido tal cual se graba sin realizar ningún tipo de modificación. Desde el punto de vista de calidad de sonido son los mejores, pero tienen un gran inconveniente producen archivos de enorme tamaño entre 2,6 y 10,4 Mb (megabytes) por minuto.
- Formatos con compresión: son los que almacenan el sonido de forma comprimida, realizando una transformación que hace que el archivo sea de menor tamaño. Todos los formatos comprimidos producen una pérdida de calidad con respecto al sonido original, pérdida que será mayor cuanto mayor sea el porcentaje de compresión que utilicemos.
- Dentro de esta última clasificación podemos distinguir los archivos de sonido con pérdida y sin pérdida. De los primeros, debido al tipo de comprensión en el que no se puede reconstruir el fichero original una vez comprimido; mientras que, en los sin pérdida, permiten reconstruir el fichero original.